
Un menor abraza a su hermana junto a un altar en honor a los trabajadores atrapados en la mina San José. AP
- Deberán esperar por lo menos un día más antes de recibir alimentos sólidos
Socorristas proveen de oxígeno a los atrapados y se trabaja en conservar su ritmo de sueño y un equilibrio psicológico
COPIAPÓ, CHILE (24/AGO/2010).- Los 33 mineros atrapados hace 19 días al interior de una mina en el Norte de Chile sobrevivieron con “dos cucharadas de atún y medio vaso de leche cada 48 horas”, según explicó la senadora por la región de Atacama, donde se encuentra el yacimiento, Isabel Allende.Allende, explicó que pudo leer en el reverso de una ficha médica que rellenó uno de los mineros atrapados y que envió a través de la sonda “que estaban comiendo dos cucharadas de atún cada 48 horas y medio vaso de leche”.
“Tuve la oportunidad de ver la recepción de la segunda ‘paloma’ —cápsula que se envía al fondo de la mina a través del sondaje— con las fichas médicas de cada uno. (...) Fue emocionante ver como llegaba un gran rollo enviado por cada uno de ellos”, señaló la senadora, hija del presidente Salvador Allende.
Los mineros recibieron una solución glucosada a 5% y un comprimido de omeprazol, un medicamento para revestir el estómago para evitar las posibles úlceras de estrés por la falta de alimentación de todos estos días. De momento, deberán esperar por lo menos un día más antes de recibir alimentos sólidos.
Paralelamente, los equipos médicos y psicológicos enviaron un cuestionario individual a los mineros para conocer quién es el líder entre ellos, cuándo fue la última vez que almorzaron y fueron al baño, y si toman algún medicamento, para de esta forma poder hacer un mejor diagnóstico de todos ellos, mientras se pone en marcha la maquinaria que perforará hasta encontrarlos.
En su primera comunicación telefónica con la superficie dijeron: “Estamos todos sanos y con hambre” y pidieron comida y también oxígeno, explicó André Sougarret, jefe del equipo de rescate, quien no ha dado detalles del mecanismo de comunicación con los mineros, explicó que seguirán perforando para tener tres vías: una para la sonda, otra para la comunicación y la tercera para la ventilación.
Por lo pronto, tienen parte de su futuro asegurado. El empresario minero chileno Leonardo Farkas anunció que entregará 10 mil dólares a cada uno de los 33 mineros. El excéntrico magnate, de ascendencia judía-húngara y alemana, viajó hasta la mina para reunirse con los familiares de los trabajadores.
San José, con futuro incierto
Uno de los operarios atrapados es Yonni Héctor Barrios Rojas. Su hermana, Zulemí, asegura que el padre de ambos también era minero. Yonni ha pasado bajo tierra mitad de sus 50 años. Un veterano que, hablando con sus allegados, se suele quejar de la peligrosidad de la explotación San José. “Decía que había muchos fallos. La mina solo tenía una entrada y no había una salida de emergencia. El cerro además estaba muy mal: crujía todo el rato y había muchos derrumbes”, afirma Zulemí y añade otro detalle: “Una semana antes del accidente en el que se quedó atrapado mi hermano, hubo otro en el que un minero perdió una pierna. No se supo nada, no salió en los medios. Se encubrió todo”.
Para los dueños de la mina San José, además cargar con el esclarecimiento del accidente, creen difícil pagar los sueldos de sus trabajadores y analizan declararse en quiebra porque no tienen cómo financiarse.

ANÁLISIS
Los 33
Orestes E. Díaz Rodríguez
El domingo se supo que estaban con vida. La noticia llegó desde el fondo de la tierra. Un papelito amarrado a la sonda Decía: “Estamos bien en el refugio. Los 33”.
Diecisiete días habían pasado desde que se perdió el contacto. Un derrumbe inutilizó varios niveles al clausurar túneles y accesos. Los daban por muertos. Se creía que quizá alguno tuvo tiempo de llegar hasta el refugio, un habitáculo reforzado a 688 metros de la superficie.
Era un pronóstico frágil, pero nunca dudaron en ir por los sobrevivientes. No importaron gastos y esfuerzos. El ministro del área puso su despacho en la entrada de la mina. El presidente exigía partes continuos. El país entero se puso a orar y se ató al destino de los que habían quedado enterrados vivos o muertos. Un grupo de valientes se ofreció a ir en busca de sus compañeros. Contaban con el apoyo de las familias. El Gobierno se opuso. No quería muertes inútiles. Los informes decían que los niveles tenían alta inestabilidad y riesgo incrementado de colapsar. Los pirquineros (mineros independientes) insistieron, algunos intentaron entrar sin permiso. Los carabineros tendieron un perímetro. La tensión se elevó.
Cuando la sonda dio con el refugio y llegó el papelito la tensión dio paso a una gigantesca alegría. Se abrazaban todos, familiares y funcionarios, rescatistas y carabineros, periodistas y pirquineros. El propio presidente casi se quiebra al dar la noticia.
Quedan retos muy importantes. La sonda que abre una cavidad por la que puede ascender un hombre avanza a razón de 15 metros por día. Los mineros permanecerán encerrados de tres a cuatro meses, en condiciones complicadas.
Pero lo que ha ocurrido brinda la imagen de lo que debe ser un país. El Gobierno tomó las riendas del asunto aunque la mina es propiedad privada. Nunca dudó en tomar las decisiones. Defendió que nadie quedaría atrás y organizó un rescate casi sin esperanzas. Impidió también gestos desesperados. En fin, dio la cara por sus conciudadanos ante una crisis, con orden, procedimientos y resolución.
Chile es también un país tercermundista, pero el compromiso de sus líderes difícilmente pueda ser ubicado en esa dimensión.
¡Viva Chile!
Orestes E. Díaz Rodríguez, maestro de la UdeG.
Testimonio
Nadie lo esperaba...
SANTIAGO.- La alegría traspasó la barrera de las casas. Todo Chile pasó el domingo pegado al televisor viendo, casi con incredulidad, un mensaje que impacta por su precisión: “Estamos bien en el refugio los 33”. Y es que éste, es el desenlace que todos queríamos ver, pero que realmente, salvo familiares (supongo), nadie esperaba.
Por ello, no es de extrañar que la gente saliera a la calle a celebrar. Por ejemplo, Plaza Italia, en Santiago, congregó a unas 200 personas. Si bien no son tantas como para la celebración de los triunfos chilenos en el Mundial de Futbol, demuestran la angustia que hemos vivido todos en estas dos semanas, la solidaridad con quienes están bajo 700 metros de tierra y la felicidad por la nueva buena.
Tengo que decir sincerarme que pensaba, como mucha gente, que los mineros estaban muertos. Los días transcurrían no sólo sin resultados, sino que además con muchas complicaciones, retrasos de la maquinaria...
La noticia incluso había dejado de ser portada en los diarios. El desánimo era general. Pero ver lo del domingo y pensar que, por lo que parece, están todos bien, sorprende de nuevo por la capacidad de supervivencia del hombre. Eso nos hizo soltar lágrimas, habló por mí y mi novio, e incluso realizar llamadas: ¿Has visto lo de los mineros? Supongo que no fuimos los únicos, porque la gente lo comentaba fascinada en el supermercado y las bocinas de los coches no dejaron de sonar, así como cánticos de “Viva Chile” remarcando la unidad nacional.
Laura de las Heras/estudiante universitaria
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